Logo arpa dorada y el Día de San Patricio en Irlanda

Logo arpa dorada
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Logo arpa dorada y el Día de San Patricio en Irlanda

¿Cómo pasa un irlandés el Día de San Patricio? Tenemos la suerte de contar con los recuerdos de la escritora Felicity Hayes-McCoy. Pon la tetera al fuego y prepárate para escuchar una buena historia.

Fui una niña de ciudad, criada en Dublín en los años cincuenta y sesenta. Por aquella época, el día 17 de marzo estaba repleto de cintas verdes brillantes, una para cada niño de la familia, con el Logo arpa dorada hechos de papel dorado e imperdibles dorados para colocarlos en los abrigos. Cada año nos los enviaba mi abuela por correo desde el campo, con un trozo de cinta extra especialmente para mí. Mi primer recuerdo del Día de San Patricio es de cintas verdes atadas al final de mis trenzas, el brillo del arpa dorada que adornaba mi abrigo y un ramo de tréboles remetido entre la cinta del sombrero de mi padre mientras caminaba junto a él rumbo a la iglesia para acudir al oficio matinal. Los tréboles también venían del campo, empaquetados con cuidado en una caja de papel arrugado y húmedo, aún milagrosamente verdes y frescos a pesar del viaje en el tren del correo y del accidentado trayecto que recorría la bicicleta del cartero para llegar hasta nuestra puerta. No sé muy bien por qué ese ramillete de tréboles verdes estaba reservado para el sombrero de mi padre, mientras que el resto de la familia llevábamos arpas y cintas. Pero recuerdo que mi madre tenía un broche de esmalte verde en forma de trébol con una perla en el centro que se pasaba todo el año en su joyero y que solo sacaba el Día de San Patricio para lucirlo en el vestido.

El arpa dorada es muy famoso en Irlanda

La relación entre el trébol y San Patricio se remonta a una historia que todos los niños irlandeses siguen aprendiendo en el colegio. Según la leyenda, la primera vez que el santo pisó suelo irlandés lo hizo como esclavo, secuestrado en Britania por malvados corsarios. Tras pasar varios años como pastor en las verdes colinas irlandesas, Patricio, el niño esclavo, escapó, regresó a casa y se convirtió con el tiempo en un misionero cristiano. Tan pronto como pudo, volvió a Irlanda donde utilizó el trébol, que tiene tres hojas verdes, para explicar el misterio de la Santísima Trinidad.

La montaña de Slemish en el Condado de Antrim donde San Patricio fue escalvo

La realidad histórica de la leyenda de San Patricio fue bastante más complicada que todo eso, pero en Irlanda, el Día de San Patricio siempre ha conmemorado a partes iguales los mitos y la historia. El primer emblema de San Patricio que conocemos es una cruz roja sobre un campo blanco, por ejemplo, no un arpa dorada sobre un campo verde. Pero las arpas doradas mágicas con sus cuerdas plateadas cantan con voces humanas en muchos cuentos tradicionales irlandeses y el verde es el color de la primavera. De este modo, desplazando los ritos paganos irlandeses que conmemoraban la primavera, la fiesta de San Patricio se adueñó literalmente del colorido nativo, combinando el antiguo mito irlandés con la leyenda cristiana romana y añadiendo un toque de nacionalismo romántico del siglo XIX para completar la estampa.

La tumba megalítica de Newgrange, Condado de Meath

Ahora, en el siglo XXI, ciudades de todo el planeta se tiñen de verde el 17 de marzo. Este año, Dublín albergará uno de los desfiles del Día de San Patricio más grandes de la historia, con diecisiete bandas marchando a lo largo de una ruta de 3,44 kilómetros, 1784 asientos, 3000 participantes en el Desfile del Festival oficial y la friolera de 8000 en el Desfile Popular, acompañados de malabaristas, acróbatas, altavoces y todos los duendes danzarines que uno alcance a imaginar.

Pero en otros pueblos y ciudades de Irlanda muchas celebraciones serán más tranquilas, menos vanguardistas y más tradicionales. El año pasado, en el extremo de la Península de Dingle, donde vivo ahora, los perros ladraban y los vecinos aclamaban y aplaudían al paso del desfile de adultos, niños y animales por la calle mayor del pueblo vistiendo trajes verdes y ondeando banderas de fabricación casera. Iban acompañados de músicos apiñados en remolques tirados por tractores. Antes, en la iglesia, las motas de polvo danzaban a la luz del sol mientras la congregación entonaba himnos. Por encima del hermoso sonido del órgano, oíamos a las ovejas que balaban en la montaña. Después, mientras el cura abandonaba el altar, las puertas se abrieron y todos salimos en tropel de la iglesia entre el sonido de silbatos, concertinas, acordeones y violines que entonaban al unísono una melodía titulada El Día de San Patricio. Este año, llueva o brille el sol, volverán a celebrarse los mismos rituales en todo el país.

Gallarus Oratory en la Peninsula de Dinlge, un gran ejemplo de un edificio cristiano temprano de la iglesia

Han pasado muchos años desde que paseaba hasta la iglesia el Día de San Patricio con cintas verdes en el pelo. Mirando hacia atrás, no consigo recordar qué fue del broche de esmalte con forma de trébol de mi madre, con su pequeña perla en el centro, ni que pasó con todas aquellas arpas de papel dorado. Pero mientras escribo estas líneas en una casa de piedra situada en una colina irlandesa, veo crecer preciosos tréboles verdes en los campos que la rodean, frescos y húmedos, listos para ser recogidos.

Para más información sobre la ola verde por el mundo pincha aquí. También para la gente que quiera celebrar el Día de San Patricio sin tener que ir a Irlanda, os recomendamos los siguientes eventos y festivales, que tendrán lugar en varias partes de España.

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